Y es que, Kosovo es "KOS-so-vo” para los serbios y “jo-SO-va” para los albaneses. Con unos 10000km2, un poco menos que Murcia, para hacernos una idea, Kosovo es un país que vive de la agricultura, con paro escandaloso, y además sin recursos destacables, salvo unas minas de carbón que no llegan ni a cubrir el consumo eléctrico local, de hecho, los cortes eléctricos en todo su territorio son diarios. No obstante su tamaño y recursos naturales son inversamente proporcionales a su importancia cultural y política. Habiendo vivido siempre a la sombra de gigantes, desde los Romanos a Yugoslavia, hoy esta rodeada por otros gigantes, aunque estos con pies de barro: Serbia y Albania. La nacionalista Serbia, que considera a Kosovo su “cuna nacional” y ha gobernando esta durante prácticamente toda su existencia como estado, no esta dispuesta a desprenderse de ella, aunque eso le coste su mayor pasaporte hacia el futuro: la entrada en
Y es que al fin y al cabo, este problema, es ante todo étnico, entre los albaneses musulmanes que durante siglos han ido emigrando gradualmente a la región hasta alcanzar el 88% de la población, que es la que quiere su independencia como un estado “albanés”. En el otro lado, están los serbios cristianos autóctonos, hoy solo un 8% de la población, que se ven aislados en las comarcas norteñas al amparo de su Serbia querida.
El desencadenante fue la “guerra de Kosovo” que el ultra nacionalista presidente Serbio Slobodan Milosevic lanzo contra su propio país con tal de arrancar de raíz a los albaneses, que ya por ese entonces, cuestionan a
Las grandes potencias han seguido el juego a los albaneses, sobretodo EEUU, con lo que en breve tendremos un estado mas en Europa, uno mas en el maremagnun de los Balcanes. Pero debemos preguntarnos: ¿Es una estado necesario? (Si es que hay estados necesarios). Una comparación decía: “Lo de Kosovo es como si ahora miles de franceses fueran a vivir a
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