26 de marzo de 2008

Glamourpolitik

La política siempre ha tenido fama de sosa, de seria, de ser en blanco y negro, en resumen de aburrida. Pero últimamente, eso esta empezando a cambiar.

Siempre se ha hablado de la realpolitik como la política basada en intereses prácticos, y de la weltpolitik, como la política basada en la teoría ideológica y ética. ¿Y la política basada y hecha con glamour y estilo? Pues podríamos llamarla glamourpolitik.

Y es que esa es la política a la que nos tiene acostumbrados el presidente de la république française, Nicolás Sarkozy, con sus viajes de amor a Luxor y Petra, sus estancias en el rancho Bush, su visita a India para presidir un desfile militar…

En lugares como Estados Unidos, estábamos acostumbrados a que actores o personajes de la farándula llegaran a ser políticos importantes como gobernadores, senadores, incluso presidente. Pero es que ha sido en la (políticamente) sosa Europa donde todo esto se ha desarrollado hasta extremos insospechados, y ha decir también, con mas gusto y clase que los americanos. Con la eclosión de glamour Sarkozyana, además de los primeros pasos que ya dio en su día Il Cavalliere Berlusconi

¿Y en que consiste este nuevo tipo de política? Pues principalmente en sorprender, encandilar y embelesar al personal. ¿Como? Pues por ejemplo, recogiendo y devolviendo a sus hogares en el avión presidencial a azafatas (ó enfermeras) presas injustamente en el fin del mundo. Seguido de una rueda de prensa conjunta con otros dirigentes que no puedan presumir de ese alo chic, para que se note quien es el que manda. También hay otras maneras, como casarte con una belleza nacional, o soltar algún insulto, no tan chic, a quien se atreva a contradecirte: con un “gilipollas” bastaría.

Pero no se engañen, este tipo de política también tiene muchas ventajas, como evitar hacer frente a 7 huelgas a la vez. ¿Como? Anunciando tú divorcio ese mismo día, y así los medios no piensan en otra cosa.

Y es que nos encontramos ante un nuevo tipo de política poco visto hasta ahora, donde los asuntos de cama y de estado se entremezclan. Y es que no se mezclaban tanto desde la época del Rey Sol o de los Reyes Católicos. ¿Cómo puede acabar esto? Dios dirá. No tiene que ser necesariamente mal.

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