6 de septiembre de 2011

El socialismo devora a sus hijos


La venganza es un plato que se sirve frío, un plato al alcance de pocos, reyes y poderosos. Otro plato solo al alcance de ricos y reyes es el hortelano escribano. Este es un pequeño pájaro, considerado el mayor de los delicatessen. Dicen que fue el último menú del mastodonte del socialismo europeo, Mitterand. 
El ave en concreto mide poco menos de 15 centímetros, se captura vivo, se ceba durante semanas y su cocción es toda una beatificación. En primer lugar se emborracha al animal con armagnac, se le quitan los ojos y cortan las patas, se le despluma y se le asa. En algunos lugares, en el interior de una patata. 
Una vez en la mesa, el comensal debe metérselo entero en la boca salvo la cabeza, que corta con los dientes cual langostino. A continuación le esperan 15 minutos de continuo mastiqueo y disfrute de uno de los que llaman mayores manjares conocidos por el hombre hasta poder tragarlo. En Francia, lugar donde nació este manjar, es tradición que el comensal lo coma tapado bajo el halo de una servilleta de lino. Pues no merece ver al resto de la mesa tras cometer semejante pecado y crueldad frente a un pequeño animal. Así como una forma de  identificación, cual capirote, para su vergüenza. No obstante, la sensación del paladar, no se la quita nadie.
En España, Zapatero se ha comido su propio escribano hortelano en la persona de Rubalcaba. Lo capturo vivo para una candidatura. Lo cebo con semanas de precampaña y lo emborracho con el armagnac de la posible victoria. Pero cuando llego el momento, y sin el esperárselo él mismo siquiera, lo aso en una reforma constitucional que debilitaba a su partido y a la candidatura d este. Comiéndoselo bajo el manto del pacto de estado y sin poder ver al resto de los miembros de la mesa, del partido, que quien sabe si no culparan al propio Zapatero de los resultados del 20-N. Eso sí, Zapatero, cual rey del socialismo y poderoso del Estado, ceno venganza escribana hace unas noches. Una venganza frente a todos los que dudaban de él, como político y gobernante dentro de su partido, y que hace unos meses, solo maquinaban como hacer que fuera invisible mientras acababa la legislatura. A rey muerto, rey puesto, pero a veces, los muertos huelen.

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