3 de octubre de 2009

Química Post-Electoral

Dedico esta entrada a hablar de las pasadas elecciones alemanas hace casi una semana. Unas elecciones donde a parte de la crisis, la guerra de Afganistán, el empleo, Obama, etc., se hablo sobretodo de que pasaría después de las elecciones, el escenario postelectoral: alianzas, desencuentros, boicots... Algo primordial en el sistema alemán.


El sistema político alemán esta basado en una republica democrática, federal y parlamentaria. Léase, el presidente no pinta nada, solo protocolo; ósea, nada. Quien manda al mas alto nivel es el/la canciller, y por debajo de ella los gobiernos regionales de los Landers y las entidades locales. Por otro lado esta el Legislativo, Bundestag (cámara baja donde están representados todos los alemanes), Bundesrat (cámara donde están representados los gobiernos regionales), y las cámaras regionales en cuanto a les compete.


No obstante la dificultad estriba en la forma de elección del Bundestag que le da al sistema político alemán ese toque de necesario entendimiento, y para muchos altamente democrático. Cuando un alemán vota, introduce dos papeletas, una para el distrito local y otra para el regional, sin que estos coincidan necesariamente, es por ello que la mitad de los diputados son elegidos por una lista, y la mitad restante por la otra.

En la primera, el distrito local; se elige por mayoría simple a un diputado entre un candidato de cada partido que representara al conjunto de los ciudadanos de su circunscripción, sus intereses y ante los cuales responderá, siendo esta una circunscripción mayoritaria, al estilo ingles.


La otra mitad de los diputados son elegidos a través de listas regionales (adjudicadas en cantidad según población) que se repartirán de forma proporcional entre los votos que obtenga cada candidatura.

Así pues tenemos un sistema de elección mixta que beneficia a los grandes partidos (especialmente a la CDU de Ángela Merkel) y con ello la gobernabilidad, pero garantiza una voz propia a los minoritarios, bien a través de un buen número de diputados o con la posibilidad (casi necesidad) de entrar a formar parte del gobierno regularmente.


Este sistema, en combinación con la sociedad alemana, ha creado actualmente un sistema parlamentario de cinco partidos (y medio) y dos bloques (también y medio) enfrentados.


Estos cinco partidos son:

-CDU (Unión Cristianodemócrata); conservador y democristiano

-SPD (Partido Social-Demócrata); socialdemócrata

-FDP (Partido Liberal); neoliberal en lo económico, progresista en lo social

-Die Grünen (Los Verdes); ecologismo

-Die Linke (La izquierda); socialistas, excomunistas y alter mundistas

(El medio es la CSU, partido hermano de la CDU en Bavaria, actúan juntos a nivel federal, mientras que la CSU gobierna su feudo de Baviera, donde la CDU no se mete; mientras que es algo más conservadora que la CDU, pero sobretodo, católica)

Los dos bloques serian:

-CDU/CSU y FDP que formarían la derecha sociológica

-SPD y Die Grünen formarían el centro izquierda

-Die Linke, el más izquierdista de todos, va a su aire, o si le dejan se junta con el resto de la izquierda sociológica, raramente pues estos no quieren verse mezclados con los antisistema y solo recurren a ella en momentos de extrema necesidad.


Ante este panorama, ¿Quién lleva la sartén por el mango? Pues ni más ni menos que el actual canciller, quien motivada por su gran popularidad, su centrismo y los buenos resultados obtenidos puede jugar con el sistema a su antojo. Aunque finalmente no lo ha hecho y ha seguido el guión preestablecido.


¿Cómo hubiera podido jugar? Pues siguiendo en el gobierno con la socialdemocracia, uniéndose a los liberales (lo que se esperaba y finalmente ha hecho; unir a la derecha) o incluso a los verdes. Hasta a los dos últimos juntos. Y es que la canciller parece ser un imán, o un compuesto químico capaz de mezclándose con casi todo aquel que se le ponga delante (excepto Die Linke, por supuesto). Algo que sabrá bien la mamá de Alemania, física de formación.

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