El fascismo es la totalidad del Estado en la sociedad y en todos los ámbitos de la vida, el Estado lo invade todo, no existe la menor autonomía personal ni libertad individual. Es la conversión de todos los ámbitos de la vida en algo público, y por tanto, del deber intervencionista del estado en la sociedad. Sin embargo, el berlusconismo es justo lo contrario, la desestatalización de las cosas, la destrucción lenta y sistemática del Estado, el liberalismo extremo mal entendido. Como por ejemplo poner baches en la actuación de los órganos estatales, especialmente a la justicia italiana mediante leyes ad hoc para la protección de altos cargos o la transformación de la organización judicial para hacerla más ineficaz. Poner por delante los intereses privados frente a los públicos o estatales.
Si el fascismo era el control absoluto, el berlusconismo es el descontrol absoluto, la falta de control y rigor, y la jauja a la hora de ejercer el poder público. Todo aderezado con un control absoluto de los medios que solo hacen que facilitar y simplificar este proceso.
Ayer la Congregación para la Doctrina de la Fe, máximo órgano encargado de la salvaguardia de la doctrina católica, presentó una Constitución Apostólica –rechina el nombre un poco, una constitución en la institución que sigue organizada igual que en el Antiguo Régimen y que desconoce que es aquello de la separación de poderes, ¿no?- con la cual poder acoger las más que posibles conversiones masivas del anglicanismo a catolicismo que parece se producirán en breve. La nueva ley eclesiástica permite que los nuevos conversos conserven su liturgia y formas tradicionales (muy poco diferentes de las romanas si las comparamos con cualquier iglesia protestante) además de garantizarles una organización pastoral y clerical muy autónoma, siguiendo el modelo que en su día invento el Opus Dei, es decir, una prelatura personal. Una Iglesia dentro de la Iglesia y que solo responde ante el Sumo Pontífice, Joseph Ratzinger.
Este hecho me parece una autentica OPA (Oferta Pública de Adquisición) hostil por parte de la Iglesia Católica frente a las fraticidas luchas que vive en su seno la Iglesia Anglicana, la Iglesia oficial de Inglaterra y cuyo máximo dirigente civil es la Reina de Inglaterra, pero que teológicamente dirige el Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams. ¿Por qué una OPA hostil?
-La Iglesia Anglicana se encuentra en un profundo debate teológico sobre la ordenación de mujeres, homosexuales y demás asuntos que para el catolicismo, la ortodoxia y la mayor parte del protestantismo son tabú (por no hablar del resto de religiones mayoritarias) que ha causado una profunda división entre los sectores mas tradicionales o conservadores y aquellos mas vanguardistas y progresistas.
-Desde la separación con Roma, la Iglesia Anglicana ha estado separada entre Low Church (mas cercana al protestantismo luterano o calvinista) y la Hight Church (mas cercanos al catolicismo) por lo que estas tensiones no son nuevas
-La Iglesia ha concedido con gran celeridad la posibilidad de crear una prelatura personal, hecho que al Opus Dei le costo 40 años, siendo la única rama de la Iglesia que la ostenta (ni los Legionarios de Cristo en sus mejores años la consiguieron).
-Dentro de esta prelatura personal se han concebido a los posibles sacerdotes conversos privilegios que ningún otro ministro católico podría soñar; el matrimonio.
No obstante, pese a la hostilidad de estas acciones, frente a las cuales los dirigentes anglicanos se han quedado boquiabiertos, puede que ambas Iglesias acaben ganando con el proceso. La Católica al ver aumentado su numero en países donde su peso es menos (Reino Unido o Australia) y para alcanzar una mayoría social en otros (como Estados Unidos). Mientras que la Iglesia Anglicana podrá proseguir sus reformas sin oposición interna y con mucha mayor coherencia, siguiendo la estela reformista de otras iglesias nacionales como la sueca.
Como dos grandes multinacionales que se adaptan al devenir de los mercados, las Iglesias se atacan y contraatacan en su lucha por las almas. Y es que así es la Fe, no se la puede combatir, que le vamos ha hacer.
Dedico esta entrada a hablar de las pasadas elecciones alemanas hace casi una semana. Unas elecciones donde a parte de la crisis, la guerra de Afganistán, el empleo, Obama, etc., se hablo sobretodo de que pasaría después de las elecciones, el escenario postelectoral: alianzas, desencuentros, boicots... Algo primordial en el sistema alemán.
El sistema político alemán esta basado en una republica democrática, federal y parlamentaria. Léase, el presidente no pinta nada, solo protocolo; ósea, nada. Quien manda al mas alto nivel es el/la canciller, y por debajo de ella los gobiernos regionales de los Landers y las entidades locales. Por otro lado esta el Legislativo, Bundestag (cámara baja donde están representados todos los alemanes), Bundesrat (cámara donde están representados los gobiernos regionales), y las cámaras regionales en cuanto a les compete.
No obstante la dificultad estriba en la forma de elección del Bundestag que le da al sistema político alemán ese toque de necesario entendimiento, y para muchos altamente democrático. Cuando un alemán vota, introduce dos papeletas, una para el distrito local y otra para el regional, sin que estos coincidan necesariamente, es por ello que la mitad de los diputados son elegidos por una lista, y la mitad restante por la otra.
En la primera, el distrito local; se elige por mayoría simple a un diputado entre un candidato de cada partido que representara al conjunto de los ciudadanos de su circunscripción, sus intereses y ante los cuales responderá, siendo esta una circunscripción mayoritaria, al estilo ingles.
La otra mitad de los diputados son elegidos a través de listas regionales (adjudicadas en cantidad según población) que se repartirán de forma proporcional entre los votos que obtenga cada candidatura.
Así pues tenemos un sistema de elección mixta que beneficia a los grandes partidos (especialmente a la CDU de Ángela Merkel) y con ello la gobernabilidad, pero garantiza una voz propia a los minoritarios, bien a través de un buen número de diputados o con la posibilidad (casi necesidad) de entrar a formar parte del gobierno regularmente.
Este sistema, en combinación con la sociedad alemana, ha creado actualmente un sistema parlamentario de cinco partidos (y medio) y dos bloques (también y medio) enfrentados.
Estos cinco partidos son:
-CDU (Unión Cristianodemócrata); conservador y democristiano
-SPD (Partido Social-Demócrata); socialdemócrata
-FDP (Partido Liberal); neoliberal en lo económico, progresista en lo social
-Die Grünen (Los Verdes); ecologismo
-Die Linke (La izquierda); socialistas, excomunistas y alter mundistas
(El medio es la CSU, partido hermano de la CDU en Bavaria, actúan juntos a nivel federal, mientras que la CSU gobierna su feudo de Baviera, donde la CDU no se mete; mientras que es algo más conservadora que la CDU, pero sobretodo, católica)
Los dos bloques serian:
-CDU/CSU y FDP que formarían la derecha sociológica
-SPD y Die Grünen formarían el centro izquierda
-Die Linke, el más izquierdista de todos, va a su aire, o si le dejan se junta con el resto de la izquierda sociológica, raramente pues estos no quieren verse mezclados con los antisistema y solo recurren a ella en momentos de extrema necesidad.
Ante este panorama, ¿Quién lleva la sartén por el mango? Pues ni más ni menos que el actual canciller, quien motivada por su gran popularidad, su centrismo y los buenos resultados obtenidos puede jugar con el sistema a su antojo. Aunque finalmente no lo ha hecho y ha seguido el guión preestablecido.
¿Cómo hubiera podido jugar? Pues siguiendo en el gobierno con la socialdemocracia, uniéndose a los liberales (lo que se esperaba y finalmente ha hecho; unir a la derecha) o incluso a los verdes. Hasta a los dos últimos juntos. Y es que la canciller parece ser un imán, o un compuesto químico capaz de mezclándose con casi todo aquel que se le ponga delante (excepto Die Linke, por supuesto). Algo que sabrá bien la mamá de Alemania, física de formación.